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Estimados costarricenses:
En pocos días ustedes decidirán el futuro de su país. Cómo es costumbre, Costa Rica da un ejemplo al mundo, siendo el único país centroamericano que va a decidir de manera democrática si se adhieren o no al tratado, llamado “del Libre Comercio”, con los Estados Unidos.
Esta votación es una señal de la democracia de la cual Costa Rica goza todavía. La decisión en juego también es la democracia: mantenerla o mutilarla. Si Costa Rica acepta ese tratado, perderá en gran medida la soberanía esencial para aplicar la democracia a las cuestiones importantes de la vida.
Como promotor del movimiento de Software Libre admiro la libertad y democracia de su pueblo. A favor de la misma democracia, quiero llamar su atención a varios puntos del tratado — algunos para la informática, algunos que se aplican a todos los aspectos de la vida.
El tratado exige un sistema de patentes como en los Estados Unidos, incluso en la informática: es decir que las empresas globales tendrán armas para demandar al desarrollador de cualquier gran programa. Véase http://bsolano.com/Downloads-req-viewdownload-cid-2.html.
El tratado otorga a cualquier editor el poder de restringir a los lectores como quiera, con publicación en formatos encriptados. Editores de música, de videos, y de libros electrónicos usan formatos encriptados para restringir a los usuarios que los compran. Es decir, a ustedes. Esto ya es malo, pero quieren hacer peor. Quieren prohibir el software libre para leer las obras encriptadas. Así cerrarían su última escapatoria. Tales leyes injustas deben ser eliminadas en cualquier país.
El tratado impone la ratificación de tratados de la OMPI. Con cualquier cosa que usa el término “propiedad intelectual”, hay que tener sumo cuidado. Véase http://gnu.org/philosophy/not-ipr.es.html.
El tratado plantea un atentado directo a la democracia: un arbitraje internacional entre empresas y el Estado. Cuando una empresa imagine que podría ganar más con el cambio de una ley o de una reglamentación, podría demandar al Estado en un tribunal internacional. Así la democracia costarricense se mantendrá, formalmente, pero no costearán aplicarla en contra del mandato de las empresas.
Comparadas con todo esto, todas las cuestiones del dinero son minúsculas. Un país orgulloso de su democracia no la vende.
En muchas ocasiones he comentado sobre este tipo de tratados, cuyo beneficio económico se limita a los ricos, mientras su daño social y político es para todos. Esta semana, Costa Rica puede elegir otro camino, un camino de democracia y de libertad.
Por todo eso les recomiendo elegir el futuro democrático para su país, y votar ¡no!
Atentamente,
Richard M. Stallman
Presidente, Free Software Foundation
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