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Para ser neutral en cuanto al género en castellano, algunos reemplazan "a" u "o" en la escritura por "x" o "@", pero esas palabras no se pueden pronunciar naturalmente. Sugiero aquí otro sistema que funciona tanto en la escritura como en la pronunciación.
El sistema es sencillo: cuando un nombre o un adjetivo termina en "a" u "o" según el género, crearemos otra forma que termine en "i". La "-i" es el mejor sufijo neutro porque evita crear ambigüidades.
Por ejemplo, para "humano" y "humana" tendríamos "humani". El plural se haría normalmente añadiendo una "s": por ejemplo, "humanis". Si la palabra original termina en "io" o "ia", se cortaría la "o" o la "a" para que termine con una sola "i", como por ejemplo "usuari" y su plural "usuaris".
Los pronombres neutrales de sujeto serían "elli" y "ellis". Los pronombres neutrales de objeto serían "li" y "lis". Los artículos indeterminados serían "uni", "unis"; los determinados neutrales (correspondientes a los actuales "el" y "la") serían "li" y "lis". Por ejemplo, "Elli es uni de lis maestris de mi escuela." También usaríamos "vosotris" y "nosotris".
Tendríamos los nuevos demostrativos "esti", "esi", y "aquelli", y los posesivos "miyi", "tuyi", "suyi", "nuestri", y "vuestri", con sendas formas plurales.
Sólo propongo usar estas formas nuevas para referirse a lis humanis, cuando la terminación con "a" u "o" indica su género. No hace falta decir "pájari" cuando no se conoce el sexo de un pájaro, ni "personi" en vez de "persona" (el género feminino de "persona" no representa el género de la persona), ni "sexi" y "géneri" en vez de "sexo" y "género" (en estos casos el referente no tiene sexo, sino sólo la palabra), ni "charqui" para evitar de especificar el tamaño de un charco o una charca.
Para palabras como "presidente", que tiene una forma neutral por naturaleza y una forma feminina artificial, es más sencillo abandonar la segunda. Entonces olvidemos "presidenta" y usemos la forma original "presidente" para todos los casos.
En cuanto a las palabras que ya no muestran el género, como "ser", no hace falta cambiarlas. Diríamos "uni ser" cuando se refiere floridamente a uni humani físiqui de género desconocido. Por contraste, en un contexto filosófico, remoto y abstracto, sobre algo que no sea necesariamente humani, podríamos decir "un ser" como decimos "un número".
Surge la cuestión de si terminar con "-i" es mejor que terminar con "-e". La "-i" es mejor porque la "-e" crearía ambigüidades dañinas.
La peor ambigüidad es de "le". En el castellano actual, "le" representa un objeto indirecto. Con "-e" como sufijo neutro, "le" representaría también un objeto directo. Con "-i", tendríamos "lï" para el objeto directo, preservando una distinción gramática útil.
Con "-e", las palabras "este" y "ese" plantean problemas. Unos nombres y adjectivos también. Si un animal es duendo y otra es duenda, ¿serán duendes? Si soy lento y eres lenta, ¿seremos lentes? Estas desventajas no serían desastrosas, pero ¿cómo no evitarlas ahora? Que se elija la "-ï".
Aunque el castellano no es mi lengua materna, tengo la esperanza que este sistema tenga cabida en el castellano y que pueda ser adoptado como una extensión útil del idioma.
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